El medio físico La estructura geológica que da cuerpo al parque natural es la misma que actúa como esqueleto de todo el Sistema Central, grandes masas de rocas que conformaban el escudo mesetario hercínico y que fueron reestructuradas durante la orogenia alpina. Así, el antiguo relieve avejentado fue rejuvenecido, acción que ha permitido que llegue hasta nuestros días algunas muestras de un relieve abrupto al que aún no ha sido capaces de vencer los agentes erosivos que han actuado sobre esta sierra durante los últimos treinta millones de años. Uno de los agentes que han dejado una impronta más acusada ha sido el hielo. El territorio protegido por el parque natural muestra claramente los restos del modelado glaciar en forma de circos, morrenas y lagunas como la Laguna Grande, la de los Pájaros o la de los Claveles, que han quedado recluidas en el fondo de antiguos circos. Sobre ellas se elevan picos que superan los dos mil metros de altura y de los que destaca el pico Peñalara, con 2.428 m, que constituye la cumbre más elevada de la sierra de Guadarrama. El paisaje de este parque continua sufriendo los efectos de los mismos agentes erosivos, aunque en la actualidad el hielo no alcanza la potencia de las épocas glaciares. Ahora, gracias a una climatología caracterizada por unas temperaturas medias que varían entre los 16 °C del mes más cálido y –1 °C del más frío, así como por unas precipitaciones anuales que rondan los 1.200 mm, existen acusados procesos de gelifracción en las paredes rocosas de los antiguos circos glaciales que provocan la aparición de canchales en las partes bajas. Buena parte de la precipitación anual cae en forma de nieve, por lo que el paisaje permanece cubierto de blanco durante la mayor parte del invierno.