Relieve

01/07/2016 12.262 Palabras

Introducción La Península Ibérica participa de los contrastes morfológicos característicos de las áreas mediterráneas, a los que se añaden los relacionados con el espectro morfoclimático atlántico. Las diferencias a lo largo de los ejes peninsulares N.-S. y E.-O. son evidentes si se comparan las sierras pirenaicas del N. -con elevaciones superiores a los 3.000 m de alt.- con las formas áridas del SE.; los picos de la Cordillera Penibética -cuya altitud también supera los 3.000 m-, al S. peninsular, con las llanuras extremeñas, rodeadas éstas por Sierra Morena (1.323 m), al S., los Montes de Toledo (1.601 m), al E., las estribaciones occidentales del Sistema Central (2.592 m), al N., y la sierra Mamede (1.025 m), al O.; las formas redondeadas del NO. gallego con los escarpes del Macizo Galaico (1.778 m); las playas del N. con las cimas de la Cordillera Cantábrica (2.648 m); la depresión del Ebro con las cotas del Sistema Ibérico (2.313 m), y el suave arco atlántico de las costas portuguesas con las cimas Marváo (1.415 m) o Estréla (1.991 m). En un territorio de referencia aún menor, los contrastes son obvios en tierras catalanas, entre las playas de la Costa Brava y el extremo oriental de los Pirineos, y andaluzas, entre el área de la Costa del Sol y la cima de Sierra Nevada. Sin embargo, en un relieve caracterizado por los fuertes contrastes, también es posible distinguir rasgos fundamentales y conjuntos diferenciados. Los 584.294 km2 que ocupa la forma maciza de la Península Ibérica se deben a la existencia en su interior de una antigua penillanura poligénica de 600 m de alt. media, el macizo central ibérico o Meseta, suavemente inclinado hacia el Atlántico. Su elevación media, las cordilleras interiores, periféricas y exteriores, y la ausencia de entalladuras en el contorno costero, dificulta la penetración de la influencia marina y la propagación hacia el interior del poder amortiguador térmico del mar, elementos de los que se deriva el clima continental, con inviernos rigurosos, veranos cálidos y escasas precipitaciones, que predomina en el interior peninsular.

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